Francia lidera el pensamiento tributario mundial. En 1789 el pueblo pagaba impuestos y los nobles no pagaban Impuesto Predial. El Rey Luis XVI, ante la crisis económica, llamó a un Reunión General en presencia del pueblo y exigió que los nobles paguen impuestos, ante su negativa, el pueblo se levantó e incendió París...
Érase una vez una comunidad familiar que a lo largo de generaciones había podidoacumular en base al trabajo un tesoro que iba incrementando de poco en poco. Llegó un día en que afligidos por un problema económico, el responsable temporal del colectivo decidió vender algunos de sus bienes materiales. Comenzó así un proceso por el cual los miembros de la familia progresivamente fueron perdiendo la laboriosidad para vivir de la venta de los recursos antiguamente atesorados.
Propiedades, bienes muebles e inmuebles , joyas, etcétera son vendidos a precios muy reducidos frente a los montos que se pagan en mercados abiertos. Se dice que esas ventas vienen acompañadas de sobornos a los vendedores, que se pagan a espaldas de los familiares. Aún así, los recursos ganados alcanzan para cubrir gastos ostentosos y a veces innecesarios para personas que en verdad tienen poca experiencia en el uso de bienes suntuarios. A pesar de todo, la posibilidad de contar con ellos es reconocida y saludada por los noveles consumidores.
En esta fiesta de venta y consumo, no hay límites. La familia va dejando de trabajar y se acostumbran a gastar y gastar. Total, encontraron los recursos que les dejaron los antepasados. Lamentablemente, por su desconocimiento e inexperiencia, permiten que en el proceso surja un grupo de parientes -que son los que se vinculan con los compradores- que comienzan a sacar provecho de esa relación. Se benefician más que el resto. Y éstos poco a poco se van dando cuenta que hay cosas nada claras.
Por otro lado, los mercados no funcionan siempre de la misma manera. Los precios suben y bajan. Vacas flacas y vacas gordas. Si la familia se acostumbra a gastar y gastar y los ingresos ya no son iguales, lógicamente se deben reducir los gastos. Todos lo entienden. Pero, si no todos lo aplican y hay quienes mantienen sus privilegios, ahí empiezan los conflictos. O mejor dicho, se agudizan.
Surgieron entonces los problemas a todo nivel. En las parejas, entre padres e hijos, entre vecinos. El stress genera mayor conflictividad. Y como cada uno vivía en su burbuja hedonista, se olvidaron de cultivar las técnicas del diálogo y de practicar la tolerancia. O sea, la otrora familia armoniosa, se convirtió en el callejón de un solo caño del que hablaban las abuelitas.
Felizmente, como en todo grupo social, no faltan los chicos y chicas nerd. Sí esos que se dedican a observar y a cuestionar todo desde una posición crítica e intelectual. Estos “rompe la fiesta” comenzaron a darse cuenta que las cosas no funcionaban bien y que tendía a ser peor. “Los bienes se están acabando”. “Los mercados ya no pagan igual”. “Debemos volver a trabajar”. “Pongan un alto a la fiesta”. Les respondieron “¿volver al pasado? Jamás!”.
Y, sí pues. Los cabezas de la familia sabían que esos “chicos revoltosos” decían la verdad. Pero, hacerles caso significaría que ellos perdieran sus privilegios, sus negocios. ¡Que tuvieran que volver a trabajar! No, eso era imposible. Había que estigmatizarlos, arrinconarlos. Por lo menos hasta que se acaben de vender los últimos bienes disponibles y que ellos se llevaran la suya también. Después que la familia vea. “Deben estar agradecidos de la fiesta que les hemos permitido todos estos años”. “No deben ser mal agradecidos”.
Así está el Perú. Y esa situación no puede seguir igual. Se hace necesario un nuevo Pacto Social que acabe con la fiesta que nos está llevando a la ruina a todas y todos los peruanos. O hacemos algo ahora para administrar con responsabilidad las riquezas que aún nos quedan o volveremos a la etapa de la miseria y la total estagnación que vivió el Perú años atrás y que obligó a millones de nuestros compatriotas a migrar y trabajar como lo hacen los venezolanos hoy en nuestro país. Abran los ojos. De todos depende la suerte del Perú.
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